Érase un niño que se llamaba Pablo Agüera, cuando estaba explorando el zoo se encontró con un pingüino. A Pablo le gustaban mucho las antigüedades y le gustaron mucho los pingüinos porque eran en blanco y negro como la antigüedad.
Y también le gustan mucho las vacas porque son en blanco y negro como la antigüedad.
Cuando salió del zoo una cigüeña le cagó en la gorra y tuvo que ir a su casa a cambiarse la gorra. Después fue al cine a ver una película antigua de un agente de policía que le da vergüenza hacer su primer día de trabajo. Allí se encontró con un piragüista con su piragua y sin querer le dio con el remo en el ojo y tuvo que ir al hospital donde le pusieron ungüento. Luego le dieron un vaso de agüita. El piragüista y Pablo salieron del hospital, al llegar al coche se encontraron una zarigüeya, salieron corriendo y la zarigüeya salió detrás. El piragüista se subió a la piragua y la zarigüeya detrás suya, como no podía remar mucho la zarigüeya lo alcanzó. Llamaron a la policía que la metieron en un jaula y la llevaron al bosque y allí la liberaron.